De verle poner todas sus ganas, con su cara de súper concentración, en comprender lo que le ocurría a nuestros perretes cuándo les llevaba al veterinario y ver que, al llegar a casa, le resultaba difícil transmitir toda esa información a quiénes no habían estado durante la consulta. Y eso que mi padre es un tipo muy listo.

 

Después, durante mis prácticas en clínicas veterinarias, confirmé que esa “pérdida” de información era habitual.

Así que, la periodista que hay en mi, decidió hacer algo al respecto.

Así nació Vet translator.